Revista de la
CEPAL Número extraordinario, octubre de 1998
http://eclac.org/publicaciones/SecretariaEjecutiva/7/lcg2037/difil.htm
La visión centro-periferia hoy
Armando
Di Filippo
Asesor Regional,
División de Comercio Internacional, Transporte y Financiamiento, CEPAL
I.
Introducción
El tema central de la
visión centro-periferia planteada por la CEPAL en los años cincuenta fue el de
la distribución de los incrementos de productividad que derivan del cambio
técnico. Las formas y mecanismos de esa distribución han ido cambiando a lo
largo de los últimos cincuenta años, pero el interrogante central sigue siendo
más válido que nunca.
Desde el inicio la CEPAL tomó en consideración dos aspectos de esa
distribución. De un lado, el reparto de los incrementos de productividad entre
centros (generadores y propagadores de progreso técnico y rectores de la
especialización productiva mundial) y periferias (supeditadas a los primeros en
cuanto a absorción tecnológica y posicionamiento productivo internacional); y
del otro, la distribución de esas ganancias de productividad en el interior de
los centros y periferias atendiendo a las posiciones de los grupos sociales que
inciden en el proceso productivo.
En los años cincuenta la distribución de los frutos de la mayor productividad
se verificaba esencialmente a través del intercambio internacional de productos
primarios periféricos por manufacturas céntricas. Las periferias cedían una
cuota de los incrementos de su propia productividad a los centros por el hecho de
que el sobrante de población activa deprimía las remuneraciones salariales y
favorecía una baja de los precios relativos en detrimento de los precios de los
productos primarios. Así los trabajadores de las actividades primarias
incrementaban sus salarios reales en una proporción menor que el incremento de
sus productividades y eran, en última instancia, los damnificados por esta
tendencia inequitativa.
En el fin de este siglo XX, el
comercio intersectorial de manufacturas por productos primarios ya no define
esencialmente el relacionamiento económico entre centros y periferias. La
globalización económica mundial privilegia las formas del comercio
intrasectorial (intraindustrial) e intrafirma de bienes y estimula el comercio
de servicios. Los términos de intercambio de manufacturas por productos
primarios constituyen un tema de importancia económica decreciente. La
distribución internacional de los incrementos de la productividad opera a
través de otros mecanismos. La inversión extranjera directa transfiere a las
periferias tecnologías de alta productividad, las que se combinan con salarios
reales periféricos más bajos que los de los centros; esto genera ganancias de
la productividad periférica que se apropian transnacionalmente para ser
reinvertidas en las propias periferias o remitidas bajo la forma de utilidades
o repatriación de capitales a las casas matrices en los países centrales.
El criterio asignador de recursos que guía esencialmente estos nuevos
movimientos es el de la competitividad internacional, en un mundo globalizado
en que la eliminación de las barreras económicas conduce a la convergencia
mundial en los precios de los productos transables. En los años noventa, la
CEPAL desarrolló el tema de la competitividad en economías abiertas, y puso de
relieve las condiciones para la expansión de una competitividad sustentable
basada en la introducción sistemática de progreso técnico. Estas ideas
desarrolladas en la serie de documentos sobre transformación productiva con
equidad suponen, para productos de calidad equivalente, incrementos en la
productividad laboral suficientes como para competir vía reducción de precios
internacionales y para acrecentar paralelamente los salarios reales de la
fuerza de trabajo periférico que contribuye a producirlos.
Nótese
que la preocupación central es la misma de los años cincuenta: la distribución
de los incrementos de la productividad por trabajador ocupado. La
competitividad sustentable supone aumentos de productividad lo suficientemente
altos ("transformación productiva") como para competir vía precios
por un lado, y elevar los niveles salariales internos ("con equidad")
por el otro. Ambos objetivos pueden compatibilizarse, como lo hicieron los
países del sudeste asiático, acumulando altas proporciones del producto para
hacerlo crecer a tasas muy altas, Este proceso, asimismo, lleva a la
convergencia de niveles de vida entre países desarrollados y en desarrollo.
Las orientaciones de este
nuevo escenario mundial, con fuerte movilidad del capital productivo transnacional
portador de alta tecnología, están produciendo una distribución internacional
de los incrementos de la productividad laboral que favorece a los trabajadores
"del conocimiento" especialmente calificados en las tecnologías de la
información y perjudica a los de escasa calificación confinados a tareas
rutinarias en la producción de bienes y servicios. A juzgar por los datos más
recientes estas tendencias distributivas entre estratos ocupacionales se están
dando tanto en los centros como en las periferias. Ya no son, por lo tanto, las
fronteras nacionales entre centros y periferias las que delimitan la
distribución de las ganancias de la productividad, sino las fronteras del
conocimiento adquirido entre trabajadores no calificados y calificados. Las fuerzas
que movilizan este nuevo escenario mundial son las de la globalización
tecnológica y productiva sustentada en la búsqueda de ventajas competitivas de
las empresas transnacionales.
Si
este planteamiento es razonable, entonces la preocupación central del concepto
centro-periferia, planteado por la CEPAL a fines de los años cuarenta, resulta
más válida que nunca para comprender el orden mundial en gestación.
Este trabajo examina los planteamientos fundacionales del concepto centro-periferia, y los compara con los planteamientos sobre transformación productiva con equidad formulados en los años noventa. Postula que la preocupación central de ambos enfoques sigue siendo la misma: la distribución de los incrementos de productividad. Pero concluye que las tendencias de la competitividad internacional no se están dirimiendo solamente en la arena del comercio de bienes, sino también de manera creciente en la de los servicios y en la de las inversiones productivas de alcance transnacional.
II.
La visión centro-periferia en el Estudio
El
Estudio económico de América Latina de 1949 (CEPAL, 1951) (en adelante denominado el Estudio)
constituye el primer planteamiento institucional elaborado por la CEPAL sobre
la visión centro-periferia. El Estudio lleva la impronta de Raúl
Prebisch, quien no sólo lo inspiró y dirigió, sino que además lo redactó en
gran medida, confiriéndole su estilo inconfundible. Es una síntesis magistral
que anticipa los principales temas y problemas que la CEPAL y sus pensadores
afines desarrollaron durante el siguiente cuarto de siglo.
A
fines de los años cuarenta, el progreso técnico era el gran ausente de la
teoría económica; tampoco lograba ocupar el centro de la teoría del desarrollo
económico. Marx y los economistas clásicos habían reivindicado la importancia
del tema en el siglo XIX y Schumpeter había vuelto a rescatarlo en la primera
mitad del siglo XX. Sin embargo, en la teoría académica predominante en el
mundo desarrollado los modelos neoclásicos y neokeynesianos de crecimiento eran
esencialmente formalizaciones abstractas en que el progreso técnico aparecía
como una variable más. En la gravitante corriente marginalista del pensamiento
económico académico, el tema del progreso técnico se debatía en el marco de las
funciones neoclásicas de producción, las que definían procesos tecnológicos
específicos atendiendo a las dotaciones relativas de factores productivos.
En
ese momento histórico, el Estudio comete la herejía de situar el
progreso técnico en el centro de su diagnóstico. Su punto de partida no es un
modelo teórico abstracto, sino una perspectiva histórica de gran alcance
fundada en la evidencia empírica acumulada sobre el desarrollo económico a
partir de la Revolución Industrial. De un lado, registra la presencia
protagónica de los centros, artífices o beneficiarios directos de la Revolución
Industrial y del proceso de desarrollo que ella desató; del otro, examina la
supeditación pasiva de la vasta periferia no industrializada a la división
internacional del trabajo dictada por los primeros.
En la
definición del sistema centro-periferia tal como éste se presentaba afines de
los años cuarenta, el rasgo original del Estudio fue tomar como punto de
partida el progreso técnico y combinar analíticamente las asimetrías
sectoriales inherentes al desarrollo económico del período, con las posiciones
centrales y periféricas en la economía mundial. Al aplicar las asimetrías
sectoriales de aquel proceso de desarrollo al plano internacional, nace
efectivamente el sistema centro-periferia en la versión examinada por el
Estudio (CEPAL, 1951, capítulo l).
El
desarrollo de América Latina es definido por el Estudio como una etapa
más en el desarrollo orgánico de la economía mundial. El carácter
sectorialmente asimétrico de este proceso se traduce, entre otros rasgos, en la
transferencia de empleo desde las actividades primarias a las secundarias y
terciarias, la que es incompatible con una especialización productiva
internacional del tipo centro-periferia. En efecto, las economías periféricas especializadas
en actividades agrícolas y mineras carecen, por definición, de un desarrollo
adecuado de sus ramas industriales y de servicios capaces de absorber la
población desocupada o subocupada proveniente de las actividades primarias. Si
la división internacional del trabajo predominante seguía reservando a los
centros la tarea de generar el progreso técnico y hacerse cargo del desarrollo
industrial, se generaría tarde o temprano un sobrante de población activa
inocupable en las actividades económicas de la periferia.
Pero
no sólo los desajustes del empleo y el subempleo encuentran explicación en la
condición periférica, sino también los desequilibrios externos. Los incrementos
de productividad derivados del progreso técnico son el motor de crecimiento del
producto por habitante y exigen expandir la capacidad para importar a un ritmo
suficiente como para financiar a largo plazo la adquisición de los bienes de
capital en que se plasma parcialmente el avance de la tecnología. Pero esta
tendencia se ve obstaculizada por el lento y fluctuante crecimiento mundial de
la demanda de productos primarios importados desde los centros y por el
deterioro de los términos de intercambio de los productos primarios respecto de
los manufacturados. Sobre la base de este planteamiento se defendió la
necesidad del proceso de industrialización y se emprendió el examen, crítico
pero favorable, de la sustitución de importaciones que ya habían emprendido los
países latinoamericanos.
En el
capítulo II del Estudio se profundiza el tema del dinamismo y las
fluctuaciones cíclicas de las importaciones de productos primarios desde los
centros, así como de su efecto sobre los términos de intercambio y la capacidad
para importar. En el capítulo III se aborda más rigurosamente el impacto
negativo sobre los precios y los costos de los productos primarios ejercido por
la población redundante de las regiones periféricas que no encuentra ocupación
en otras actividades alternativas. Se expresan así las condiciones que, por el
lado de la demanda y de la oferta, reducen la capacidad de las regiones
periféricas para retener los frutos de su productividad incrementada y conducen
al deterioro de los términos de intercambio de sus productos de exportación.
En los años cincuenta, para un país periférico, tanto la introducción de
progreso técnico como la acumulación de capital implicaban la importación de
equipos productivos. Los incrementos de la productividad laboral estaban
directamente correlacionados con el aumento de la densidad de capital por hombre
ocupado. El capítulo IV del Estudio examina entonces las especificidades
periféricas en el proceso de acumulación de capital. Los países periféricos por
sus bajos ingresos medios tienen una capacidad de ahorro inferior a la de los
centros, pero adquieren equipos productivos que implican una densidad de
capital superior a la que ellos requieren y adecuada a la escasez relativa de
factores prevaleciente en los centros industriales
A pesar de la apreciación, correcta para la época, de que la incorporación de
progreso técnico se concreta en bienes de capital, el estudio aclara que el
aumento del capital por hombre es una condición esencial pero insuficiente para
el aumento de la productividad. "La capacidad de organizar, dirigir y
administrar, por una parte, y la destreza técnica de los trabajadores por la
otra, son factores que revisten asimismo gran importancia" (CEPAL, 1951,
p. 75). Aunque no se lo denominara de esa manera, el capital humano era
considerado un factor esencial en la asimilación efectiva del cambio técnico.
Por
el lado de la demanda, el Estudio percibe (¡muy tempranamente!) que la
importación de las técnicas y equipos productivos originados en los centros
conduce a formas imitativas del consumo que repercuten negativamente en las
posibilidades de ahorro y acumulación de las periferias: "...países con
ingresos per cápita comparables a los que poseían mucho tiempo atrás los
grandes centros industriales, propenden a imitar las formas actuales de consumo
de éstos, y como también tratan de asimilar su técnica productiva, que exige un
fuerte ahorro per cápita, no es de extrañar que siendo, como es, relativamente
escaso el ingreso de tales países, se vea sujeto a muy fuertes tensiones entre
la gran propensión a consumir y la necesidad perentoria de capitalizar, y que
estas tensiones se resuelvan frecuentemente en arbitrios inflacientes".
(hoy diríamos inflacionarios) (CEPAI,, 1951, p. 76).
El
capítulo V del Estudio examina la tendencia a las crecientes diferencias
de productividad e ingresos entre centros y periferias; las políticas aplicadas
por aquellos para mantener sus niveles de ingreso y por éstas, para intentar
elevarlos a través del crecimiento de su productividad.
El Estudio
no penetra en un análisis crítico detallado de la teoría de las ventajas
comparativas fundadas en las dotaciones relativas de factores productivos. No
necesita abordar en detalle esa tarea, pues las comprobaciones históricas y
empíricas que maneja son categóricas y contradicen las premisas principales de
esta visión neoclásica marginalista que imperaba sin contrapesos en los centros
académicos occidentales. Los supuestos estáticos de opciones tecnológicas
(funciones de producción) idénticas e inmodificadas en todo el mundo para la
elaboración de un mismo producto, o de condiciones de competencia perfecta en
todos los mercados de factores y productos quedan categóricamente desmentidos;
el primero por la dinámica del progreso técnico y su irregular propagación a
nivel mundial, y el segundo por las barreras tecnológicas e institucionales a
la perfecta movilidad de los factores productivos aun en el ámbito nacional.
Tras
examinar casos concretos de medidas de protección o subsidio aplicadas por
Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón orientadas a defender sus niveles de ingreso
y de empleo bajo diferentes circunstancias históricas, observa: "Los
países latinoamericanos se han visto también precisados a estimular su
industria, para absorber el incremento de su población activa, así como los
sobrantes de ella que el progreso técnico va desplazando de la producción
primaria y de otras actividades. Las diferencias de productividad entre
periferia y centro son tales, que a pesar de los menores ingresos
latinoamericanos, con respecto a Estados Unidos y a las naciones de Europa Occidental,
los costos de producción no suelen permitir a la América Latina resistir la
competencia extranjera. Es claro que en este caso, como en el caso británico,
las industrias así desarrolladas son económicas, en cuanto se traducen en un
incremento neto de ingreso real, que podría ser mucho mayor si se mejorase la
técnica productiva, y dentro de ella, la organización y administración de
empresas" (CEPAL, 1951, pp. 82 y 83).
Aunque los mecanismos de protección y subsidio aplicados en los años cincuenta ya no corresponden a las condiciones históricas actuales, el problema de las formas estructurales de desempleo y subempleo, tanto las antiguas como las nuevas, asociadas al cambio tecnológico no sólo perduran en América Latina (CEPAL, 19951 1997, 1998), sino que se extienden a todo el mundo a medida que se propagan las tecnologías de la información. El gran desafío de la tecnología contemporánea consiste en proveer empleo e ingresos a esta fuerza de trabajo con reglas de juego que consagran la creciente apertura e interdependencia de los mercados mundiales.
III.
Centros y periferias: las grandes etapas históricas
Conviene
situar las interpretaciones y conclusiones del Estudio en el escenario
internacional al cual estaban dirigidas. Este ejercicio contribuirá a
distinguir entre las recomendaciones del Estudio acotadas históricamente a un
determinado sistema centro periferia y la visión centro-periferia (más general
o "transhistórica") cuya vigencia se defiende en este trabajo (véase
el anexo l). Para ubicar históricamente los cambios principales en las
relaciones asimétricas entre centros y periferias, hay que distinguir por lo
menos tres momentos históricos, caracterizados por diferentes estructuraciones
de las economías latinoamericanas.
Desde
la Revolución Industrial Inglesa hasta fines del siglo XIX, en el período de la
hegemonía británica, la división internacional del trabajo guarda
correspondencia con las formas del comercio intersectorial de bienes y con las
reglas de juego fundadas en el criterio ricardiano de los costos comparativos.
Este criterio supone profundas diferencias estructurales entre los países que
comercian y fundamenta la relación centro-periferia en su versión decimonónica.
La, a
veces, denominada Segunda Revolución Industrial gestada a fines del siglo XIX
(metalurgia diversificada, petroquímica, motor a explosión, electrónica, etc),
se propaga primeramente en un ambiente de compartimentalización económica,
guerras comerciales, crisis de sobreproducción y conflictos bélicos. Mientras el
mundo se debatía en estas calamidades, la teoría académica de los centros
abrazaba la versión marginalista de las ventajas comparativas basadas en las
dotaciones relativas de factores en condiciones estáticas de competencia
perfecta. Al fin de la segunda guerra mundial América Latina gesta una segunda
versión histórica de su posición periférico, fundada en la industrialización
por sustitución de importaciones. La CEPAL no ideó esta estrategia sino que, al
contrario, puso de relieve los problemas de asfixia externa del desarrollo
derivados de economías productoras hacia afuera de productos primarios y hacia
adentro de manufacturas. La estrategia de industrialización por sustitución de
importaciones fue una manera de sortear estas limitaciones mientras el proteccionismo
de los centros subsistía en los primeros lustros de posguerra. A fines de los
años cuarenta, justamente cuando se publica el Estudio, las reglas de
juego de la economía mundial estaban evolucionado desde las modalidades
extremadamente proteccionistas y estatistas de entreguerras hacia una economía
internacional cada vez más abierta e interdependiente en el plano del comercio.
Aunque el comercio intrasectorial de bienes (intercambio de manufacturas
durables de uso final) dinamiza las nuevas relaciones económicas entre los
países centrales, todavía sigue predominando ampliamente el comercio
intersectorial (intercambio de manufacturas por productos primarios) entre los
países centrales y periféricos. El Estudio examina las consecuencias
estructurales sobre las economías periféricas que derivan de esta fase
tecnológica y de las reglas de juego a través de las cuales se estructura el
mercado mundial.
Durante
el último tercio de este siglo, se ha ido difundiendo el comercio
intraindustrial e intrafirma apoyado en el intercambio de piezas, partes y
componentes, en cadenas de valor que desembocan en la elaboración de
manufacturas de uso durable. Las empresas transnacionales de los países
centrales instalan subsidiarias en zonas procesadoras de exportaciones ubicadas
en regiones periféricas, desdibujando las tradicionales condiciones de
intercambio de productos primarios desde los centros. El comercio
intersectorial comienza a reducir su importancia incluso entre centros y
periferias; la teoría de las ventajas comparativas basada en diferentes
dotaciones factoriales explica fracciones más reducidas del comercio total, y
emergen otras interpretaciones académicas sobre las ventajas del comercio
intrasectorial, fundadas en las economías de escala y de especialización. Los
términos de intercambio siguen respondiendo a las predicciones de la teoría
cepalina sobre la materia, pero el sistema centro-periferia pasa a responder
gradualmente a otra lógica,a medida que el comercio intersectorial de bienes
pierde importancia relativa incluso en el eje Norte-Sur (Ocampo 1991a y 1991b).
La globalización económica que predomina en los años noventa puede verse como un proceso convergente de transnacionalización empresarial y de internacionalización de las economías nacionales facilitado por la propagación de las tecnologías de la información. Podríamos utilizar el término "globalismo" (o multilateralismo global) para aludir a las reglas de juego que, desde la Organización Mundial del Comercio y otros organismos multilaterales facilitan y fomentan el proceso de globalización en marcha. Las ventajas comparativas de las naciones pierden importancia en la asignación mundial de los recursos y son crecientemente reemplazadas por las economías de escala y especialización especialmente aprovechadas por las empresas transnacionales en la búsqueda de sus ventajas competitivas. Estas empresas son las operadoras directas de más del 70% del comercio mundial de bienes y servicios (UNCTAD, 1995). Las formas contemporáneas del cambio tecnológico en el plano internacional están crecientemente condicionadas por los criterios privados de asignación de recursos fundados en la búsqueda de ventajas competitivas perseguidas por estas empresas. Pero el impacto social de estas formas en el interior de los países (tanto de los centrales como de los periféricos) es el gran reto que debe orientar futuras investigaciones.
IV.
La CEPAL 50 años después: un somero contrapunto
Un
punto de partida plausible para examinar la vigencia actual de la visión centro-periferia
lo brinda Gert Rosenthal (1993) en un trabajo donde compara las ideas de los
años cincuenta, con las propuestas sobre transformación con equidad (CEPAL,
1990), elaboradas durante su desempeño en la Secretaría Ejecutiva de la
Comisión. El objeto de esta sección es sugerir que las importantes
contribuciones de los años noventa no contradicen esencialmente la visión
centro-periferia, más bien se sustentan en ella. Dice Rosenthal:
"Primero,
una vez más se explora la manera en que los países de América Latina y el
Caribe habrán de insertarse en la economía internacional; la propuesta de
los años cincuenta a la relación asimétrica entre el centro y la periferia era
la industrialización; la propuesta de los años noventa a la globalización de la
economía es la competitividad internacional. Segundo ,el progreso
técnico continúa ocupando un papel centralísimo en las preocupaciones de la
institución, hoy con un enfoque de carácter más sistémico que antaño. La
consigna no se limita a elevar la productividad en un sector sino a lo largo de
todo el sistema productivo. Tercero, la preocupación por la equidad es otra
constante dado el carácter concentrador y excluyente del desarrollo
latinoamericano. Se ha transitado desde una óptica en que se tendía a ver el
crecimiento y la justicia social como dos ámbitos separados, hacia un en que
integrado que pretende abordar la transformación productiva y la equidad de
manera simultánea. Allí aparecen con mucha fuerza, entre otros temas, la
educación y el conocimiento como bases de la transformación productiva con
equidad. Cuarto, como ya se dijo, se continúa impulsando la integración
económica en el marco más amplio del compromiso de la institución con la
cooperación intrarregional. Hoy sus planteamientos se acomodan a la
tendencia de la globalización, así como ayer éstos eran funcionales a la
industrialización. Quinto, acaso porque la CEPAL es una institución al
servicio de los gobiernos, la preocupación por la política pública y el rol del
Estado constituye otra constante en la agenda temática, en aras de buscar
sinergismo en la interacción entre agentes públicos y privados" (CEPAL,
1990, p. 16) (El énfasis fue agregado en esta cita).
Aún
admitiendo las simplificaciones requeridas para elaborar un párrafo tan
sintético, creo que el contrapunto anterior no hace total justicia al paradigma
fundacional del Estudio. Primero, cuando se afirma: "la propuesta
de los años cincuenta a la relación asimétrica entre el centro y la periferia
era la industrialización, la propuesta de los años noventa a la globalización
de la economía es la competitividad internacional" se están comparando
términos situados en un diferente nivel de abstracción. El concepto
macroeconómico de competitividad internacional incorporado por CEPAL (1990)
bajo la orientación principal de Fernando Fajnzylber (1988), supone un
mantenimiento o acrecentamiento de la participación en el mercado mundial con
un incremento paralelo en los niveles de vida de la fuerza laboral. Esta
competitividad internacional es sustentable en la medida que esté fundada en
genuinos incrementos de la productividad que sean socialmente compartidos. En
otras palabras, seguimos hablando de la distribución de los incrementos de
productividad. Se trata de la misma idea central formulada en el Estudio.
Nótese sin embargo que la importancia central otorgada por el Estudio al
tema del empleo está desdibujada en la propuesta de los años noventa.
Segundo,
a un nivel de mayor concreción, el Estudio recomienda la necesidad de la
industrialización, pero esto no implica en absoluto una visión sectorialista.
No parece totalmente justa, entonces, la observación de que en los años
noventa: "la consigna no se limita a elevar la productividad en un sector,
sino a lo largo de todo el sistema productivo". El Estudio tampoco
se limita a recomendar la elevación de la productividad en un sector; su
preocupación central es buscar empleo a la población "redundante" en
actividades primarias. Al contrario, la industria se concibe como el polo
difusor estratégico de los incrementos de productividad al resto de la
economía.
Tercero, mayores dudas aún ofrece la siguiente comparación: "Se ha
transitado desde una óptica en que se tendía a ver el crecimiento y la justicia
social como dos ámbitos separados, hacia un enfoque integrado que pretende
abordar la transformación productiva y la equidad de manera simultánea".
Por el contrario, el rasgo más característico del enfoque del Estudio es
precisamente su capacidad para abordar la transformación productiva y la
equidad de manera simultánea. La primera depende de los incrementos de
productividad y la segunda de su distribución. En particular, la
industrialización no se persigue por sí misma, sino por su capacidad para
generar oportunidades directas (dentro del propio sector) e indirectas (en
actividades conexas) de empleo con productividad superior a la media.
Es
más, el Estudio registra las limitaciones de las políticas puramente
redistributivas: "El problema económico esencial de la América Latina
estriba en acrecentar su ingreso real per cápita, merced al aumento de la
productividad, pues la elevación del nivel de vida de las masas, mediante la
redistribución de los ingresos, tiene límites muy estrechos". (CEPAL,
1951, p. 9).
Este
enfoque, implícito en toda la argumentación, se destaca en algunos párrafos
destinados al tema de la desigualdad en el plano internacional, por ejemplo:
"Dadas las transformaciones dinámicas que se operan constantemente en el
ámbito económico mundial, la escasa movilidad de los factores de la producción
y el lento desarrollo de las actividades llamadas a absorber el sobrante de la
población activa, la periferia tiende a transferir una parte del fruto del
progreso técnico a los centros, mientras éstos retienen el suyo propio. Cuanto
más se esfuerce la periferia en aumentar su productividad, agrandando así el
sobrante de su población activa, tanto mayor será esa transferencia, en
igualdad de las demás condiciones. No podría afirmarse, en consecuencia, que
para elevar el nivel de ingresos en la producción primaria de América Latina
baste meramente incrementar la productividad. Es preciso también absorber el
sobrante de población activa, mediante el desarrollo de la industria y
actividades parejas" (CEPAL, 1951, p. 58).
En el campo de las políticas integradas observa Rosenthal, refiriéndose al enfoque cepalino de los años noventa: "Allí aparecen con mucha fuerza, entre otros temas, la educación y el conocimiento como bases de la transformación productiva con equidad". Es cierto que el énfasis en los temas del capital humano y de la educación se ha acrecentado en épocas recientes. Sin embargo, en los años cincuenta, cuando estos temas eran prácticamente ignorados, el Estudio resalta la importancia de la educación y el conocimiento. Así: "Aumentar el capital por hombre es una condición esencial, pero no única, para el aumento de la productividad. La capacidad de organizar, dirigir y administrar, por una parte, y la destreza técnica de los trabajadores, por otra, son factores que revisten asimismo gran importancia". Y unos párrafos más adelantes se insiste: "El problema de la productividad se presenta pues bajo dos aspectos íntimamente relacionados. Por una parte la inversión de ahorro en bienes de capital, y por otra, la inversión de ahorro en la capacitación de hombres que sepan aprovechar eficazmente esos bienes en las distintas fases del proceso productivo. Una de las cuestiones que exigen más atención, en el desarrollo de los países latinoamericanos, es la de repartir juiciosamente en ambos campos de inversión el escaso incremento de ahorros, para obtener el máximo incremento de la productividad". (CEPAL, 195 1, p. 75). En los años noventa se habla de tecnologías "duras" y de tecnologías "suaves" pero la idea central es la misma.
V. La visión centro-periferia a fin de siglo
La visión centro-periferia es, ante todo, una interpretación
macroeconómica del proceso de desarrollo. Sus categorías de análisis se han
construido (y los datos correspondientes se han compilado) en el marco de los
límites de los Estados nacionales. A su vez, en el examen de centros y
periferias, las escalas nacionales pueden ser consideradas conjuntamente para
diagnósticos de regiones conjuntas (América Latina, por ejemplo) o por el
surgimiento de nuevas unidades políticas y económicas de escala supranacional
(la Unión Europea, por ejemplo). La visión macroeconómica no depende, entonces,
de los límites geográficos de los Estados nacionales, pero sí es un referente
que estima magnitudes agregadas, distribuciones y promedios sobre las condiciones
globales de empleo e ingreso de sociedades (supranacionales, nacionales o
subnacionales) específicas. En suma, las unidades de análisis básicas de la
visión centro-periferia son los Estados (supranacionales, nacionales o
subnacionales).
Esta digresión apunta a poner de relieve que los cambios y
las revoluciones tecnológicas se gestan en el seno de sociedades políticamente
unificadas (en Estados), y responden a los niveles educacionales de su
población, a la excelencia de sus institutos académicos y de investigación y al
poder productivo de sus economías para convertir las innovaciones en productos
y procesos que compiten en los mercados mundiales. Desde este punto de vista,
los centros, fuente de la presente revolución tecnológica, siguen siendo los
mismos que hegemonizaron las relaciones políticas y económicas internacionales
durante este siglo: Estados Unidos, la Unión Europea (con "centro" en
Alemania) y el Japón. El escenario de las periferias se ha ido diferenciando
internamente con estratos "superiores" como las (hasta hace poco)
exitosas economías del Asia oriental, "intermedios" como las
emergentes economías latinoamericanas, e "inferiores" como las
economías más castigadas del Africa al sur del Sahara. Lo que interesa a la
visión centro-periferia es, en última instancia, el impacto del cambio
tecnológico de los centros, sobre el empleo y la equidad en las periferias.
Desde el punto de vista de las asimetrías sectoriales del desarrollo, (que
fueron un componente esencial de la visión centro-periferia de los años
cincuenta), en el campo de la producción de bienes la transferencia de la
población desde las actividades primarias hacia las secundarias (en el interior
de los centros) prácticamente se ha completado, y el protagonismo fundamental
corresponde a las actividades de servicios. De hecho, las tendencias
asimétricas en materia de empleo exigen investigar el traslado de trabajadores
desde las actividades directamente productoras (o transformadoras) de bienes a
las productoras de servicios.
Primero, la transferencia de oportunidades de empleo desde
las actividades productoras de bienes hacia las actividades productoras de
servicios es una tendencia estructural que se venía manifestando ya desde la
posguerra, pero que la actual revolución tecnológica ha tendido a acentuar
sobre todo en los centros, pero también en las periferias.
Segundo, en el escenario actual del comercio los centros ya
no pueden caracterizarse exclusivamente por la exportación de manufacturas y
las periferias por la exportación de productos primarios. Las periferias que
son sede de zonas procesadoras de exportaciones manufactureras, por un lado, y
los centros que exportan agricultura templada por el otro, desdibujan la
distinción anterior. La actual revolución biogenética (clonaciones,
hibridaciones, etc.) acentuará este "desperfilamiento". Además, las
periferias de mayor desarrollo y diversificación (China, India, Brasil, etc.)
aunque no sean protagonistas de la actual revolución tecnológica acrecientan su
participación en la exportación mundial de manufacturas con grados intermedios
de densidad tecnológica, y su poder de mercado gravita cada vez más en el orden
económico mundial. De otro lado, los centros son exportadores de manufacturas
de alta tecnología y de servicios internacionalmente transables.
Este conjunto de factores afecta la distribución mundial del
progreso técnico y de sus frutos de una manera muy diferente a la examinada por
el Estudio a fines del decenio de 1940. De un lado, las asimetrías sectoriales
del desarrollo se manifiestan por una tendencia mundial al incremento del
empleo en los servicios y, del otro, por las nuevas posiciones, ya comentadas,
en la división internacional del trabajo.
El progreso técnico se transfiere desde los centros hacia las periferias a
través de dos mecanismos esenciales. De un lado, la exportación de equipos
informáticos y telemáticos en los que se plasma el avance de las tecnologías de
la información, y del otro, las inversiones directas en actividades productoras
de bienes y servicios en que la instalación de subsidiarias de empresas
trasnsnacionales implica el trasplante de procesos tecnológicos con
productividades frecuentemente comparables a las de los propios centros.
El nuevo escenario ha reducido la función de locomotora del
crecimiento de las periferias que cumplían los centros, independizando en grado
creciente los niveles de actividad entre ambos polos. En las actividades
productoras de bienes la gran movilidad del capital productivo y de la
tecnología determina una tendencia a converger en las productividades laborales
de centros y periferias en los circuitos transnacionalizados. Como las
diferencias salariales se mantienen (pues responden a niveles medios locales y
no a estándares internacionales) los costos por unidad de producto tienden a
converger, aumentando la competitividad periférico en aquellos circuitos. Los
países periféricos exportan manufacturas con costos ambientales y laborales más
baratos por unidad de producto. Esto genera mayor competitividad y rentabilidad
para las empresas transnacionales y una reducción en las oportunidades de
empleo de los trabajadores no calificados de los centros en las actividades
manufactureras cuya producción "periferiza".
En suma, las tendencias actuales del cambio tecnológico
están clausurando las formas nítidas del comercio intersectorial en que se
fundó el diagnóstico del Estudio y desarrollando formas de comercio
intraindustrial e intrafirma no sólo entre los centros sino también respecto de
las periferias. Paralelamente estas nuevas formas están acrecentando el
comercio internacional en el campo de los servicios.
Cabe preguntarse sobre las distribución de los frutos del
cambio técnico entre centros y periferias y dentro de ellos. Las tendencias
observables registran un deterioro de la posición distributivo de los
trabajadores de escasa calificación en los países centrales, sea por un
incremento de sus tasas de desocupación (especialmente en Europa) o por un
deterioro de sus remuneraciones medias (especialmente en Estados Unidos). La
transferencia de eslabones de la cadena manufacturera hacia las periferias para
aprovechar bajos costos laborales y ambientales contribuye a reducir las
oportunidades de los trabajadores escasamente calificados de los centros
(Thurow, 1992). En consecuencia, en este nuevo escenario mundial ni el cambio
tecnológico ni sus frutos se están distribuyendo de una manera que beneficie
categóricamente a las sociedades de los países centrales. Dicho de otra manera,
los intereses de las empresas transnacionales cuyos criterios de competitividad
definen la asignación mundial de los recursos no necesariamente coinciden con
los intereses de los trabajadores escasamente calificados de las sociedades
nacionales donde ubican sus casas matrices. Nótese que los salarios de los
circuitos globalizados de la periferia se fijan tomando como punto de
referencia la superación de los salarios medios locales, y no la igualación de
los salarios medios de los centros. En consecuencia, las productividades
laborales de los circuitos globalizados (maquiladoras, por ejemplo) están
convergiendo mucho más rápidamente que los salarios reales. El punto radica en
conocer el destino económico y social de las ganancias de productividad que así
se van logrando.
El punto central que definirá la repartición del progreso
técnico y de sus frutos entre centros y periferias será la capacidad de
crecimiento de unos y otras y el poder generador de empleo de ese crecimiento.
En este aspecto los circuitos globalizados de la inversión directa extranjera
efectúan una contribución creciente pero muy insuficiente a la acumulación de
capital global de las periferias. El empleo directo e indirecto eslabonamientos
tecnológicos hacia atrás y adelante) que se genera como consecuencia de esa
inversión parece ser todavía muy escaso. Sin embargo se requieren
investigaciones mejor documentadas y más abundantes de las que hoy existen para
determinar la capacidad generadora de empleo de las actividades productivas que
se transnacionalizan y su contribución potencial o efectiva al crecimiento de
largo plazo.
Respecto de la capacidad generadora de empleo de las
actividades productivas transnacionales que se localizan en las periferias, los
esfuerzos principales de investigación deberían centrarse en la manera como la
propagación mundial del cambio técnico esta afectando los sectores de servicios
y su capacidad para generar empleos. Desde el punto de vista de su
transabilidad cabría distinguir tres grandes tipos de servicios: a) aquellos
cuya prestación implica trasponer las fronteras nacionales (transporte,
telecomunicaciones, etc.), b) aquellos en que el demandante se traslada al país
del proveedor (turismo, servicios médicos especializados, estudios de
especialización, etc.), y c) aquellos en que el proveedor es una empresa
(generalmente subsidiaria de una casa matriz ubicada en un "centro")
que se traslada al país del demandante o consumidor (hotelería, televisión por
cable, cinematografía, banca, comida rápida, seguros, empresas de seguridad, fondos
de pensiones, supermercados, representaciones comerciales de productos de
marca). En este último grupo cabría incluir aquellos servicios en que el
proveedor es una persona física que se traslada temporalmente a otro país para
prestarlos (asesoría, asistencia técnica, capacitación, etc.). La contribución
de los servicios del tipo c) prestados a través de transferencias de capital o
tecnología (franquicias, o inversión directa) desde las empresas
transnacionales es un tema de investigación respecto a la futura participación
del empleo periférico en las actividades de productividad alta y creciente que
provienen de los centros.
Por último, el tema central de largo plazo es el de la
capacidad de las regiones periféricas para salvar la brecha de niveles de vida
que las separa de los centros. Esta capacidad dependerá del crecimiento medio
de su productividad interna y de la cuota de esos incrementos que pueda ser
orientada hacia la acumulación de capital (incluyendo lo que ha dado en
denominarse capital humano o, más ampliamente, capital social). La capacidad
para colocar el sistema financiero (incluyendo el mercado de capitales) al
servicio de una acumulación de largo plazo se ve gravemente vulnerada por la
globalización financiera mundial. La crisis mexicana de 1994 y las actuales
crisis asiáticas coincidieron en manera importante con una apertura de sus
respectivos mercados de capitales a un escenario financiero mundial
caracterizado por alta volatilidad asociada a las expectativas de operadores
bursátiles y cambiarios.
No está claro si el nuevo escenario mundial está generando una nueva versión de
relaciones asimétricas en que los centros podrán consolidar su hegemonía y
seguir acrecentando las distancias económicas con las regiones periféricas. Lo
que sí resulta evidente es que el cambio técnico generado en las sociedades
centrales y la forma de su propagación internacional sigue siendo un hilo
conductor más estratégico que nunca para entender el orden internacional
emergente.
ANEXO 1
Centro y periferia: La visión, el sistema y las políticas
|
Siglo XIX |
Siglo XX (Mitad) |
Siglo XX
(Fines) |
I. VISION |
|
|
|
Papel central del progreso técnico y de su impacto sobre las asimetrías del desarrollo económico La determinación de posiciones centrales (activas, hegemónicas) o periféricas (pasivas, subordinadas) en la división internacional del trabajo. La distribución de sus frutos entre (y dentro de) centros y periferias. |
(La misma.) |
(La misma.) |
(La misma.) |
II. SISTEMA |
|
|
|
Fuente del cambio
técnico yespecialización productiva |
Revolución
industrial. Centros generan progreso técnico, exportan manufacturas de
consumo y capital e importan productos primarios. Periferias receptoras
pasivas de progreso técnico, exportan productos primarios e importan
manufacturas y bienes de capital. Comercio intersectorial |
Segunda revolución industrial. Centros generan progreso técnico y exportan manufacturas de consumo y capital a las periferias. Comercio intraindustrial intracentros. Periferias copian tecnología industrial corporizada en equipos, exportan productos primarios e importan manufacturas. |
Revolución en
tecnologías de la información. Centros propagan progreso técnico, vía
transnacionalización productiva. |
Distribución
internacional de las ganancias de productividad entre centros y periferias |
Vía comercio.
Cesión de parte de los frutos del progreso técnico. Deterioro términos de
itercambio. Explicaciones por el lado de la oferta y por el lado de la
demanda. |
Via comercio.
Cesión de parte de los frutos del progreso técnico en la actividad
primaria. Retención de los frutos del progreso técnico en la industria
vía protección |
Vía comercio:
búsqueda de la competitividad internacional"( formas
"espurias" y "legítimas"). Vía inversiones (captan
menores costos laborales periféricos) |
Reglas de juego de
la economía mundial |
Hegemonía
británica, colonialismo en Asia y Africa coexistiendo con orden liberal en
América Latina. Multilateralismo fundado teóricamente en el patrón oro
y prácticamente en la balanza de pagos británica. |
Hegemonía
estadounidense, descolonización masiva coexistendo con bloques cerrados,
crisis, guerras, etc. Proteccionismo en los centros, comienzo de la
liberalización económica de posguerra. Fundación del GATT, el Banco
Mundial y el FMI. |
Tríada ( Estados
Unidos, Union Europea, Japón). Multirateralismo reglado por la OMC, el
Banco Mundial y el FMI. Regionalismo abierto hemisférico. Libre
flujo de inversión extranjera directa, de tecnología y de servicios.
Asignación privada (transnacional) de recursos. Liberalización
financiera. |
III.ESTRUCTURA Y
POLITICAS EN LA PERIFERIA |
|
|
|
Grado de
diversificación e integración interna de las estructuras productivas. |
Economías
primario-exportadoras coexistendo con economías de subsistencia |
Exportación
primarios e industrialización orientada al mercado nacional.
Hetereogeneidad estructural. |
Transnacionalización
de la industria. Maquila. Empresas pequenas, medianas y microempresas
crean empleo. Subsiste subempleo. |
Distribución
interna de las ganancias de productividad |
Fuerza de trabajo
redundante presiona hacia abajo las remuneraciones y mejora rentabilidad
sector primario. Diferentes tipos de situaciones. |
Sector primario
"subvenciona"a la industria. Concentración distributiva,
consumismp, insuficiencia dinámica. |
Globalización del
progreso técnico y transnacionalización en las ganancias internas de
productividad. Fortalecimiento sector financiero. |
Capacidad del
Estado para incidir sobre las posiciones periféricas |
Orden liberal,
apertura económica. |
Orden
proteccionista. Industrialización sustitutiva de importaciones. |
Apertura,
privatización, desregulación. Menor radio de acción en políticas. |
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