Desarrollo Humano e Institucional en América Latina

Magazine No. 22 Oct. de 2001

http://www.iigov.org/iigov/pnud/bibliote/dhial/dhial22/una.htm

Una vuelta por el mundo - Consecuencias sociales de las reformas neoliberales en América Latina y Rusia: Un análisis comparado de estadísticas básicas*

Dr. Lev. L. Klochkovsky


Profesor emérito.

Russian Academy of Sciences. Institute for Latin American Studies. Moscú (Rusia)

 

La realización de reformas neoliberales en América Latina y Rusia es el aspecto más importante de su vida económica y social en la última década. Sin duda, la comparación de las experiencias de cambio macroeconómico de América Latina con aquellas ocurridas en Rusia es, en cierto modo, arriesgada debido a las varias diferencias existentes la mayor de las cuales consiste en que los cambios en América Latina se produjeron dentro del sistema capitalista mientras que, en Rusia, se alteró totalmente el modo de producción. No obstante, hay mucho en común entre América Latina y Rusia, especialmente en la esfera social. El costo social de las reformas neoliberales en ambas regiones ha sido muy alto. La principal carga de sacrificios sociales está ubicada en los estratos más pobres. Los últimos cálculos estadísticos de la CEPAL y el BID, así como aquellos recientemente publicados en Rusia, ratifican firmemente este enunciado.


América Latina no puede abstraerse de su desempeño económico de la última década. Las economías de la región han tenido un ingreso promedio per cápita de 3.100 dólares estadounidenses (a precios de 1999). Esta cifra no representa ni el 30% del ingreso per cápita de los países desarrollados y es más baja que los niveles alcanzados por países de Asia del Este y del Medio Oriente. Pero América Latina no estuvo siempre al final del tren del desarrollo. En la década de los cincuenta, América Latina tuvo un ingreso per cápita más alto que el de todas las regiones del mundo en desarrollo y su ratio vis à vis con respecto a dichos países fue cercano al de 1 a 2. Desde entonces, no obstante, el crecimiento de las regiones del mundo en desarrollo ha adelantado a América Latina. En la última década, la región no ha alcanzado tasas de crecimiento tan altas como las de países de otras regiones del mundo.

Los latinoamericanos parecen ser concientes de esta situación. Una serie importante de encuestas anuales en 17 países de América Latina ofrece evidencia relevante sobre la insatisfacción con el estado de desarrollo de la economía y sus resultados en la esfera social. Sólo el 10% de los encuestados señala que la actual situación económica es buena o muy buena; un 40% la considera justa y, prácticamente, la mitad de la población considera que va mal o muy mal. Cuando se les pregunta al largo plazo, cerca del 60% de los latinoamericanos cree que el nivel de vida ha decaído en relación con el que tenían sus padres, mientras sólo el 15% considera que ha mejorado.


Esto no implica necesariamente que las reformas económicas llevadas a cabo no hayan contribuido al progreso económico en América Latina. Éstas han propiciado avances significativos en la estabilidad macroeconómica, en el crecimiento renovado, en los vínculos internacionales y en la integración regional. Empero, la región se mantiene atrasada en el área social y, en algunos casos, los problemas sociales han empeorado. Tal y como los expertos de la CEPAL señalan:
“la región se enfrenta a un panorama social desalentador con problemas latentes que pueden hacer difícil la sostenibilidad de los procesos de desarrollo” 1.


El problema más agudo de la región es la pobreza. De acuerdo con algunas estimaciones, el número de personas pobres e indigentes de América Latina ha aumentado de 197 millones en 1990 a 220 millones en 1998. La cantidad de personas más pobres –aquéllos que viven con menos de un dólar estadounidense al día- se incrementó de 91 a 110 millones2. Con respecto a la tasa de pobreza, ésta presenta una débil tendencia a la baja: ha disminuido de un 41 a un 39% de la población. No obstante, este avance no ha sido suficiente ante el vertiginoso crecimiento del 35 al 41% registrado durante los años ochenta. Tampoco ha permitido generar una estrategia para erradicar la pobreza extrema estructural característica de la región. Algunos países (Brasil, México, Bolivia) tienen un nivel especialmente alto de pobreza que implica a más del 50% de los hogares. 


La situación problemática se mantiene en el área educativa. El progreso educativo en América Latina es más bajo que en otras regiones del mundo. La tasa de alfabetismo en los países de América Latina varía entre el 72 y el 87% pero todas las otras regiones del mundo avanzan más rápidamente que América Latina. No obstante, el principal problema educativo en América Latina no es el analfabetismo, ni las tasas de matriculación escolar (que incluyen la educación primaria completa); en estas áreas la región sobrepasa las tendencias globales. Su problema radica en el hecho de que el acceso generalizado a los niveles más básicos de educación no se traduce en altos niveles de eficiencia terminal primaria y, aún más, de secundaria. Consecuentemente, los niveles promedio de escolarización permanecen por debajo de la media mundial. Muchos países de la región alcanzan tasas de matriculación primaria mucho más elevadas que la media mundial, mientras las tasas de matriculación en educación secundaria son sustancialmente menores. 

Un estudio reciente realizado por el BID3 señala que los problemas educativos están fuertemente interrelacionados con los problemas de la pobreza. Bajos salarios en la mayoría de los trabajadores latinoamericanos reflejan una cantidad y una calidad insuficiente de matriculación. 

Existe una evolución muy poco favorable en el área de desarrollo social. La región tiene la más alta tasa de homicidios del mundo y exhibe muchos síntomas de una ausencia de respeto por la vida y la propiedad. En 1980 un país de América Latina registraba ocho asesinatos por cada 100.000 personas; en la actualidad, la media se estima en 13 por cada 100.000, casi cuatro veces mayor que en otras regiones del mundo, sin considerar a África. Mientras el crimen ha disminuido en muchos países, tanto desarrollados como no desarrollados, América Latina y África son las únicas dos regiones que han registrado un incremento considerable en las tasas de criminalidad. 

¿Cuáles son las causas principales de todas estas complicaciones en el área social? Uno de los factores más importantes ha sido un lento e inestable desarrollo económico. El ritmo de crecimiento económico en América Latina ha sido modesto en comparación con los patrones mundiales. Durante los años noventa, el incremento del ingreso anual per cápita fue sólo del 1,4%. Ello apenas ha compensado la caída del ingreso anual per cápita de la década de los ochenta, que fue igual al –1,0%4. Además, se desarrolló la tendencia a una importante volatilidad lo que influyó enormemente en la dinámica del PIB: la tasa de crecimiento en cualquier país de América Latina fluctúa, por año, cuatro puntos. Ello contribuyó, también, a muchas situaciones de crisis que algunos países de América Latina han enfrentado en la década de los noventa: México en 1994, Brasil y Argentina en 1999. Tal y como los expertos del BID recientemente indicaban, “no es un consuelo el recordar que las crisis actuales no han sido resultado de errores de políticas domésticas, sino de la volatilidad de los mercados financieros internacionales. Lo triste de esto es que millones de latinoamericanos están sufriendo sus efectos”5.

Otro factor muy serio es el de la distribución desigual del ingreso. En América Latina y el Caribe se encuentran las mayores disparidades en la distribución del ingreso del mundo. Un cuarto del ingreso nacional pertenece al 5% de la población más rica y el 40% del total del ingreso va al 10% de la población más rica. Estas proporciones son considerablemente más elevadas que aquellas encontradas en otros grupos de países, excepto en las naciones africanas. En los países del sureste asiático, el 5% de los más ricos recibe el 16% del ingreso en promedio y en el mundo en desarrollo esta cifra es del 13%. La contraparte de la enorme concentración de la riqueza en manos de los más favorecidos se encuentra en la escala de ingresos en América Latina: el 30% de la población más pobre recibe sólo el 7,5% del ingreso total, cifra menor que cualquier otra en el mundo, que está por encima del 10%.

El indicador más comúnmente usado para medir la desigualdad en el ingreso es el índice de Gini, el cual ofrece información sobre la ruptura del ingreso entre todos los grupos de población. En teoría, el coeficiente de Gini puede variar entre el cero –distribución perfecta- y uno –concentración completa del ingreso en una sola persona. Comúnmente, el coeficiente de Gini varía entre el 0,25 y 0,60. Los índices promedio de desigualdad en América Latina se encuentran aproximadamente en el 0,52, con un mínimo de 0,43 para Uruguay y un máximo de 0,59 para Brasil. Durante la década de los noventa, y a pesar de las reformas neoliberales y el progreso económico, prácticamente no ha habido cambios en la concentración del ingreso y el bienestar. El índice Gini de la región ha permanecido en el 0,52. El 10% de los más pobres han sufrido un 15% de pérdida en el ingreso, entre 1990 y 1995, y el siguiente 10% ha sufrido una pérdida del 4%6. Las percepciones de los latinoamericanos sobre el desequilibrio en el ingreso son abrumadoras. Sólo dos de cada diez individuos consideran que la distribución es justa o muy justa, mientras que los restantes ocho piensan que es injusta o muy injusta. 

Finalmente, aunque no por ello menos importante, se encuentra el factor institucional. Los sistemas institucionales pueden poner serias limitaciones al desarrollo económico y social. Su inercia, ineficiencia y otros defectos entorpecen el progreso económico y social. De acuerdo con algunas estimaciones, la mayor parte de la diferencia en el ingreso per cápita entre los países desarrollados y América Latina, cuyo monto es de 10.000 dólares estadounidenses, puede ser explicada por el factor institucional. Alrededor de 6.000 dólares estadounidenses de la diferencia del ingreso per cápita se relaciona con una menor efectividad, una menor predecibilidad y una mayor corrupción en las instituciones públicas de América Latina.7 

En Rusia, las consecuencias sociales de las reformas neoliberales evidencian ser mucho mas duras que en América Latina. Al comienzo de la transición, muchos rusos consideraron –entusiasmados con el optimismo de este periodo– que después de un relativamente corto periodo de dolor, el paso a una economía de mercado otorgaría rápidamente beneficios considerables. Muchos beneficios, en efecto, se materializaron rápidamente. Largas colas, estanterías vacías y productos de baja calidad fueron eliminados prácticamente la noche después de la liberalización de los precios y las importaciones se incrementaron. Nuevas empresas más modernas aparecieron en el mercado, ofreciendo nuevos empleos mejor remunerados. Pero un conjunto de serios problemas crónicos también emergieron y se reflejaron en un deterioro de prácticamente todos los indicadores sociales. El ingreso agregado declinó en un acumulado estimado en el 38% desde 1991. La inflación promedio anual se disparó más del 2.000% en 1992 y se mantuvo por encima del 150% durante 1999. En la totalidad del periodo comprendido entre 1990 y 1999, los precios al consumidor se incrementaron 20.000 veces8. Los sueldos y salarios reales decrecieron en un 60% y las pensiones en un 70%. Los atrasos en los pagos de sueldos y salarios, cuyo valor real había sido erosionado por la inflación, se convirtieron en un fenómeno común. El desempleo creció en importante medida, la salud y el status educacional de muchos rusos se vio fuertemente deteriorado. 

El problema social más agudo en Rusia ahora es el de la pobreza. De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, alrededor del 30% de la población rusa vive debajo de la línea de pobreza. Investigadores independientes dibujan un panorama mucho más desalentador. Según el cálculo del experto ruso Boris Bolotin, en la década de los noventa, el ingreso del 90% de la población rusa decreció de dos a cuatro veces. Al menos la mitad de la población rusa no contaba para lo mínimo de subsistencia. Catorce millones de rusos viven con menos de 2 dólares estadounidenses al día9. Otro experto ruso, Nataly Rymashevsky considera que la tasa de pobreza ha sido igual al 70-80%10. La cantidad de población pobre está creciendo en la Federación Rusa en la década de los noventa y el problema de la pobreza adquiere un carácter más y más crítico. 

Existen varias causas que han propiciado estas consecuencias realmente dramáticas de las reformas neoliberales. La primera consiste en serios fallos y errores de cálculo que han sido admitidos en la realización del modelo neoliberal. Es bien conocido que cualquier proyecto neoliberal implica cuatro fases: estabilización, liberalización, privatización y apertura al mercado mundial. Cada fase cuenta con sus propias funciones y requiere de instrumentos diferenciados de política económica. No hubo una secuenciación estricta de fases en Rusia. Las cuatro fueron llevadas a cabo simultáneamente sin una preparación y de una manera precipitada. Esta estrategia derivó en una crisis económica sin precedentes. En 1990, el PIB ruso decreció en un 50%, la producción industrial disminuyó en un 60%, la agrícola en un tercio y las inversiones en un 80%.

Rusia nunca había experimentado tal destructiva crisis económica en su historia moderna y el impacto social de estos complicados procesos ha sido contundente. Ha causado un daño muy serio a la mayoría de la población rusa.

Estas dificultades han sido agravadas por una intensiva distribución del ingreso. Un pequeño grupo de los llamados “nuevos rusos” han amasado una gran parte de la anterior propiedad estatal e incrementado drásticamente su proporción en el ingreso nacional. En 1998, el 10% de la población más rica recibía el 40,5% del ingreso nacional, mientras el 10% más pobre contaba con sólo el 2,6% del ingreso nacional y el 30% de la población más pobre con el 10,5%11. Rusia está acercándose ahora rápidamente a los niveles de bienestar y de concentración de la pobreza que han sido observados en los países de América Latina.

La concentración del ingreso ha sido promovida enormemente por el proceso de privatización que, en muchos casos, consistió en una simple transferencia de propiedad estatal a las empresas privadas, a un precio nominal igual al 1-2% de su valor real. Un pequeño grupo de oligarcas, que fueron formados en estas bases, junto con los altos cargos de la burocracia, se presentan ahora como el núcleo de la moderna clase dirigente. Ellos no cuentan con una ideología definida y sus intereses están bastante alejados de las aspiraciones nacionales. Los oligarcas no invierten nada en ramas productivas y se encuentran operando fundamentalmente en los sectores financiero y comercial. Ellos son principalmente responsables de la masiva fuga de capital valorado entre uno y dos miles de millones de dólares estadounidenses mensuales. De acuerdo con algunas estimaciones, la fuga de capitales tiene ya un monto de 500 miles de millones de dólares estadounidenses12.

¿Qué conclusiones pueden seguir de este análisis comparativo de las experiencias de América Latina y Rusia? La primera es que la realización de las políticas neoliberales en ambas áreas tuvieron consecuencias sociales no favorables. Y estas consecuencias no deben ser ignoradas, dado que están fuertemente relacionadas con los derechos humanos. Y más que eso. La creciente desigualdad contribuye no sólo a la generación de altas tasas de pobreza sino, también, a la tensión social y a la desafección política. Cuando sólo unos pocos pueden deleitarse de los frutos del progreso económico, la presión tira de la fábrica decreciente de apoyo social y político para las políticas que apoyan tal progreso13.

La segunda conclusión consiste en que el funcionamiento de las fuerzas libres del mercado no es suficiente por sí mismo para resolver problemas sociales complicados. El estado y los gobiernos tienen que jugar un papel activo en la transformación social y económica. 

La tercera conclusión se relaciona con la evolución de las políticas públicas. Existe un consenso cada vez más amplio de que las correcciones de largo alcance deben hacerse dentro de una estrategia de desarrollo. La principal tarea, hoy en día, es un mejoramiento en la “calidad del crecimiento”, por ejemplo, en su continuidad en tiempo y efectividad en la creación de empleo productivo y en la generación de mayores sueldos y salarios. Este tipo de mejoramiento requerirá esfuerzos para alcanzar la eficiencia y complementariedad de las políticas públicas en general y en políticas de desarrollo económico, social y productivo en lo particular.

La conclusión final consiste en que el crecimiento y la equidad social son fines primordiales que se tienen que alcanzar simultáneamente, más que secuencialmente. El mantenimiento de balances macroeconómicos es una condición esencial para un crecimiento más rápido con mayor equidad. El papel en la hechura de las políticas públicas es de la mayor importancia en este proceso, especialmente en áreas tales como la inversión en recursos humanos, las reformas en materia educativa, salud seguridad social y vivienda. 

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* Traducción del artículo “Social Consequences of Neoliberal Reforms in Latin America and Russia: Comparative Statistical Analysis of Main Trends”, presentado en la IAOS Conference 2000 Statistics, Development and Human Rigths (4-8 septiembre 2000). Montreaux, Switzerland. 1 URL:http://www.statistik.admin.ch/about/international/klochowsky_final_paper.doc
2 The Equity Gap: Latin America, the Caribbean and the Social Summit. ECLAC 1997, p. 1
3 World Development Report 1999/2000. World Bank. 2000, p. 25.
4 “Facing up to inequality in Latin America”. Economic and Social Progress in Latin America 1998-1999 Report. Washington D.C. 1998. 
5 Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 1999. Santiago de Chile. 1999, p. 80.
6 Latin American Economic Policies.
1999, N 8, p. 1.
7 IDB.
Facing up to inequality in Latin America. W., 1998, p. 15.
8 Latin American Economic Policies. 1999, vol. 9, p. 9.
9
Мировая экономика и международные отношения N 6, 2000, стр. 77.
10
Мировая экономика и международные отнрошения. N 8, 1999, стр. 122,127.
11
Институт экономического развития Всемирного Банка. Бедность в России. 1995, стр. 143.
12
Мировая экономика и международные отношения. N 6, 2000, стр. 85.
Ibid, p. 86
13 See IDB “Facing up to ineaquality in Latin America”.
1998, p. 1